De carne blanca, suave y sabrosa, el huepo es un marisco similar a la navajuela y a la macha, muy abundante en el país.
Se distribuye en la costa de América del Sur, por el lado del Océano Pacífico desde Caldera (Perú), hasta la región de Magallanes (Chile); mientras que en la costa Atlántica, llega hasta el golfo San Matías en Argentina.
Habita en la zona intermareal, en sedimentos arenosos de grano fino a medio y puede ser encontrada desde el submareal somero, llegando hasta profundidades cercanas a los 20 metros. Vive formando agregaciones denominadas “bancos”.
Las valvas son simétricas, delgadas y frágiles, presentan una forma cilíndrica aplanada, muy alargada, alcanzando más de 20 cm de largo, y 4 cm de grosor. Los bordes son paralelos, presentando sus extremos entreabiertos. Los umbos se hallan casi en un extremo y presentan un diente. El perióstraco es marrón oscuro, en su superficie se observan finas líneas de crecimiento.
La preparación ideal para su consumo es blanquear y limpiar los huepos: se remojan en agua fría con sal, en su concha, por 10 minutos. Luego se cocinan sobre un sartén bien caliente con aceite de oliva y sal de mar. Cuando sueltan el vapor se les rocía un chorro de vino blanco para bajar la temperatura. Todo el proceso debe tomar como máximo dos minutos. Tras blanquearlos, se sacan de la concha con las manos y se les quita la bolsa de arena con un corte en diagonal para dejar solo las puntas limpias. Una vez cocidos y limpios los huepos, se pican a lo largo en corte juliana, lo más fino posible. También se pican los pimentones y el cebollín, en corte brunoise muy pequeño (0,5×0,5mm).
Definitivamente un producto estrella de nuestro mar que no te puedes perder.



